Cita célebre

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.

Eugenio Trías



martes, 11 de septiembre de 2012

Qué malita está la cosa

Ojú chiquillo. Qué de tiempo sin entrar por aquí. No sé si me acordaré de cómo funcionaba el tema este de aporrear el teclado a ver qué es lo que sale... pero total, no tengo nada mejor que hacer. Es lo que tiene no tener nada en que ocuparme a lo largo de la jornada, más allá de visitar el chorro de páginas que tengo en favoritos para ver si ha salido alguna oferta de trabajo nueva, ayudar un poco a mi madre en casa, hacer algo de ejercicio y quedarme adormilado viendo como dos mariquitas escoceses redecoran casas en Canadá. Televisión de calidad, sí señor.
No veas. Si es que hace tanto que no entro que hasta han cambiado ésto. La verdad es que es más fácil escribir así. Antes había que liar más follón, el editor de textos era un poco raro. Ahora han dejado un espacio mucho más amplio y despejado. Si es que han pasado ocho meses. Ahí es nada. Ocho meses en los que la prima de riesgo ha subido y luego ha bajado. Ocho meses en los que se ha decidido pedir un rescate, que no es rescate, a menos que a la Merkel se le antoje que lo sea. Ocho meses en que a los funcionarios les han quitado la paga de Navidad y un pellizco gordo del sueldo. Ocho meses en los que el paro crece, y los que buscamos curro no tenemos más que dos alternativas: o seguir una estricta rutina de sofá y tele, o liarnos la manta a la cabeza y coger las de Villadiego rumbo a las islas (las británicas, las de aquí están como para irse).
Parece que algo va saliendo. Mejor o peor, no me hago responsable. Es mucho tiempo y estoy oxidado. Es lo que tiene no tener nada que hacer, que te deprime. Y como te deprime, no quieres hacer nada. La pescadilla que se muerde la cola. Una espiral de autodestrucción. Llámalo equis. Pero es que hay motivos, oiga. Las empresas están tan tiesas que no cogen a gente ni para prácticas. Mojama pura. Que tampoco, que está la cosa como para acompañar la tapita de mojama con una cervecita al fresquito veraniego en una terraza. Ni para eso hay.
La cosa es que hoy me ha dado el avenate y me he decidido a entrar por aquí y retomar viejas costumbres, aunque sea para acabar la rutina media horita después cada día. Que es preferible agudizar el ingenio a ver un programa de esos de cambio de imagen, en el que me gustaría saber de dónde puñetas sacan a los participantes. Televisión de calidad. Canadiense, para más inri. Y es que ya no tienen las cadenas para comprar programas americanos. Ojú chiquillo, qué malita está la cosa.

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