Cita célebre

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.

Eugenio Trías



martes, 25 de septiembre de 2012

No a cualquier precio

De lo que se entera uno escuchando la radio. Durante la retransmisión del partido que cerraba la quinta jornada de Liga, el que enfrentaba al Deportivo de la Coruña contra el Sevilla, han comentado una noticia de esas que hacen que a uno se le hinche la vena del cuello y le salga la fierecilla que lleva dentro. Porque si es cierto lo que han comentado, es bastante fuerte. Pero fuerte, fuerte, fuerte...

Pero vamos a remontarnos un poco en el tiempo. Este verano han sido los Juegos Olímpicos en Londres. Una cita en la que se ha reunido lo más granado del deporte mundial, y en la que, aunque no tantos como nos hubiese gustado, los deportistas españoles nos han regalado alguna que otra alegría. Una de ellas nos la dieron las niñas de la natación sincronizada. Las sirenas rozaron la perfección, y solo la aplastante superioridad de las rusas evitó que la presea fuese dorada. Aún así, la alegría fue tremenda para todas ellas. Pero, ¿qué precio tuvieron que pagar las componentes de este grupo de extraordinarias deportistas?

Según un comunicado que han firmado varias de las componentes de la selección, uno demasiado elevado. Concretamente quince nadadoras - dos de ellas manteniendo su anonimato - han denunciado un trato, cuanto menos, cuestionable de la, hasta hace pocas fechas, seleccionadora nacional. Porque, yo no sé a cualquiera de ustedes, pero que a una chavala de 1,75 de altura y a penas 60 kilos de peso se le diga que está gorda, no es demasiado agradable. Y mucho menos cuando a la chavala en cuestión la tuvieron que tratar a causa de una bulimia un tiempo después.

Este trato tan exquisito, siempre según las firmantes del manifiesto, es el que recibían por parte de Anna Tarrés, que llevaba la manija de la sincro española hasta hace poco. A esta señora se le acusa en el documento de arrebatar una medalla a una componente del equipo porque su hija "se lo merece más que tú", o no permitir a una componente del equipo recoger la medalla de bronce de la Real Orden del Mérito Deportivo por ser "inferior al resto del equipo". La guinda del pastel que presentan las nadadoras consiste en decirle a una niña de catorce años que "no te hagas la estrecha, que te has follado a todo lo que se mueve".

Los méritos de la natación sincronizada están ahí, de eso no cabe duda. Pero quizás haya habido que pagar una cuota demasiado alta por conseguirlos. Y como español y amante del deporte no me siento orgulloso de los métodos empleados para ganarlos. Contaban en la radio que algunas federaciones nacionales de natación se estaban rifando los servicios de Anna Tarrés. Con su pan se lo coman, que en el deporte lo que queda al final son los resultados. Pero no los que se obtienen a cualquier precio.

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