Cita célebre

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.

Eugenio Trías



martes, 28 de septiembre de 2010

Telebasura


Vuelvo a las andadas. La telebasura vuelve a adueñarse de unas líneas en este humilde espacio. Pero esta vez el protagonista no tiene nada que ver con el que fuera el mejor presentador de España, Jorge Javier Vázquez, y toda su troupé. La telebasura no es sólo prensa rosa. Ni muchísimo menos.

Esta vez la panda que nos ocupa está encabezada por el periodista deportivo Josep Pedrerol y sus tertulanos de Punto Pelota, en Intereconomía. Y es que es uno de los más claros ejemplos de cómo hacer mala televisión, de cómo convertir un espacio deportivo en un gallinero a la altura de programas de cierto tono tomatero.

Y es que el debate - por llamarlo de alguna manera - está monopolizado por auténticos hooligans disfrazados de periodistas (o viceversa). Y de pluralidad informativa, poquito, oiga. Madrid y Barcelona. Barcelona y Madrid. Y poquito más. Esta misma noche se ha disputado un interesante Málaga-Villarreal del que han hablado a la hora de empezar el programa. Es más interesante saber qué nueva barbaridad ha dicho el cándido Mourinho en rueda de prensa. Y por supuesto escuchar vociferar a los invitados como energúmenos acerca de las maravillas que larga otro que no les va a la zaga en cuanto a desprestigiar la palabra se refiere, dejando el noble arte de la retórica por los suelos... si Arístoteles levantase la cabeza.

La buena televisión ha muerto. No me cabe la menos duda. Todo es telebasura, incluso para hablar de deporte.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Otoño

Quedan a penas tres horas para que se inicie de manera oficial el otoño. Aunque ya se ha dejado sentir en los últimos días. Y ya no porque el tiempo ande algo revuelto, nos bombardeen con anuncios de la vuelta al cole o colecciones de lo más variopinto. Se nota que ha llegado el otoño porque es imposible aparcar.
No falla. Es llegar mediados de septiembre y multiplicarse el número de coches estacionados en las calles de Sevilla. Y sea la hora que sea. Da igual llegar a casa del trabajo a mediodía, de ir a mirar ropa por la tarde, de tomarte unas cañas por la noche o de juerga a primera hora de la mañana. Aparcar se convierte en una misión harto tediosa, que puede llevar horas al pobre infeliz que dependa de su coche para moverse.
Circular es un dolor. En un trayecto que en los meses veraniegos te lo ventilas en a penas veinte minutos, puedes echar más de una hora. Una putada oiga. Para llegar puntual al tajo tienes que levantarte una hora antes de lo que lo hacías en agosto.
Y es que puede ser lo único positivo de las altas temperaturas veraniegas sevillanas. La urbe se queda desierta... hasta de coches. Que por mucho que digan los gaditanos u onubenses que ellos tienen playa en verano, nosotros tenemos las carreteras desiertas para circular a nuestro antojo. ¿Y para qué quieres una playa en invierno? Para lo mismo que nosotros una carretera a rebosar de coches, sea la hora que sea. Y es lo que trae el otoño. Se acaba la playa, y se acaba la tranquilidad en las carreteras.

martes, 21 de septiembre de 2010

Hasta siempre

Se acabaron las vacaciones y vuelve la actividad. Pero en vez de hacerlo con grandes dosis de ilusión tras el periodo vacacional, lo hace con una noticia que hace que mis ojos se empañen al pensar en ella. El pasado 30 de julio, dijo adiós para siempre un gran hombre. El Padre Enrique Iniesta dejó este mundo, a la edad de 80 años, víctima de la enfermedad de lo consumía.

Todo lo que diga de él es poco. Una persona de las que ya no quedan. Religioso, historiador, escritor... pero sobre todo un hombre de una talla moral encomiable. Recuerdo sus clases de Religión en bachillerato, en el Colegio Calasancio Hispalense, con gran cariño. Recuerdo que nos parecía que estaba un poco mal de la cabeza cuando se presentó aquel primer día, con su forma de hablar tan particular, casi susurrando, que parecía que el aire que tenía en los pulmones no le daba a penas. Un religioso de fuertes convicciones, pero que sin embargo no le suponían un obstáculo para hablar de cualquier tema, ya fuese religión, sexo, o historia de Andalucía.

Andalucía. Su gran pasión. Pocas personas conocían y amaban tanto esta tierra como él. Tanto que dedicó gran parte de su vida a estudiar la vida del padre fundador de esta patria chica. A sus espaldas, gran cantidad de publicaciones sobre la figura de Blas Infante. Nadie lo conocía como él. Tanto amaba esta tierra que llegó a recibir su medalla de oro en 2008. Cualquier cosa, oiga.

Como ya he referido, todo lo que diga sobre él va a ser insuficiente. Me quedo con ese último día de clase de religión, cuando una clase de chavales de 17 años, en su mayoría no creyentes, se puso en pie para aplaudirle. Y como colofón, José María Calvo, Chema, ateo de pro, se aferró al libro de la asignatura, escrito por el mismísimo Enrique Iniesta, y se dirigió al púlpito del profesor para que se lo firmase, además de aferrarse a él en un sentido abrazo. Sobran las palabras.

Descase en paz, estimado Enrique Iniesta. Hasta siempre.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

De vuelta a casa

Durante cinco años, que me han parecido eternos, he ido día tras día a la Facultad de Comunicación de Sevilla. Cinco años de mi vida, que han pasado en un suspiro, a pesar de las quejas y los problemas que me ha ocasionado. Pero podría decirse que, en cierta medida, he sido feliz. Cinco años que pusieron su punto y final hace a penas dos meses, para dar punto y aparte a otra etapa de mi vida.
En estos cinco años he conocido a personas increíbles, he estado en sitios que nunca hubiera pensado visitar, he aprendido (más bien poco), he descubierto el amor y lo he perdido... Una miscelánea de experiencias que me han marcado para siempre.
Y hoy he vuelto a casa. Es la primera vez que piso la FCom después de acabarse todo, y me ha parecido un lugar triste y siniestro. Vacío. He visto caras conocidas, algunas amigas, otras que hacía mucho que no veía, y otras completamente nuevas. Pero ya nada será lo mismo. Lo poco que me queda para ser licenciado me pesará como una losa, porque todo lo que tenía antes, se fue sin más. Pero al fin y al cabo, ¿qué son cinco años comparados con una vida?