Cita célebre

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.

Eugenio Trías



miércoles, 19 de diciembre de 2012

Querido Presidente del Gobierno

Querido Presidente del Gobierno:

Este año he sido todo lo bueno que puede ser alguien que pasa la gran mayoría del tiempo en su casa, sentado frente al televisor, el ordenador o cualquier otro aparato atontador, después de echar una mano en casa y saturar las bandejas de entrada de varias empresas a base de enviar mi currículum.

Este año lo único que le pido es lo mismo que llevo añorando desde hace año y medio que acabé mis estudios: un trabajo. Aunque sea uno que no tenga nada que ver con lo que me costó - literalmente - sangre, sudor y lágrimas. Un aliciente que me ayude a levantar mis casi treinta primaveras cada mañana de la cama sin sentirme una lacra para mis padres... que bastante les cuesta a los pobres ya. Y no porque les entre precisamente poco dinero en casa, que la pensión de mi padre es de las gordas. Pero es que entre unas cosas y otras se les va absolutamente el presupuesto, y hay meses que no llegan.

Ya sé que tiene que ser complicado, pero estoy seguro que algo tiene que haber que usted pueda hacer. Y me refiero a algo que realmente sirva para encontrar trabajo, y no a la serie de atropellos que se están llevando a cabo. Porque por más que lo intento, no entiendo la relación entre subir el I.V.A. trece puntos (que se dice muy pronto) y que un chaval recién licenciado no encuentre trabajo ni en un voluntariado. Lo siento, soy así de corto de entendederas. Tampoco entiendo la culpa que tendrán los funcionarios, que se han matado estudiando para ser los mejores de sus promociones para tener un trabajo. Esos mismos a los que se les quita su paga extra, se les baja el sueldo, y por prorrateo pierden un pellizco interesante. Ejemplos hay muchos, pero dicen que el mundo se acaba en un par de días, y quiero disfrutar el poco tiempo que nos queda.

Con lo fácil que sería cargarse un buen puñado de cargos políticos innecesarios. Que si asesores de consejeros de delegados de su puñeterísima madre... a tomar viento fresco. Pero claro, entonces se les acabaría el chupar del bote a primos, cuñados, yernos y demás arrimados. Se lo pongo más fácil aún: pida el dinerito prestado a Europa, que la Merkel no va a poner muchas pegas. Pero claro, entonces ellos controlarían de donde se tienen que reducir las partidas de gastos. Y uno va hilando, va hilando, y ve que de donde le mandarían recortar es de donde ya le he sugerido antes. Evidente... todo lo demás ya lo ha recortado usted.

No quiero que se tome esta carta como un ataque personal. No lo responsabilizo exclusivamente por la que está cayendo, que los que estaban antes tampoco le andan a la zaga. Si me dirijo a usted es porque es el máximo representante de la casta política española. Y aprovechando que ha salido la palabra casta, hago un giro poético para decir sin ningún rubor que me cago en ella, en su casta, en la de los políticos españoles que nos han llevado a una de la peores Navidades que este país recuerda.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Las muñecas de Famosa

Decía un anuncio navideño allá por los noventa que "las muñecas de Famosa se dirigen al Portal". Este año me parece a mí que los inquilinos de la cueva de Belén, mula y buey a la cabeza, no estarán muy contentos de recibir visitas de muñecas. O por lo menos de las que están de moda este año.

Y es que la otra tarde me estuve dando un paseo por unos grandes almacenes y, aunque ya ni tengo años para eso ni para tener críos en casa, cogí un catálogo de juguetes. Para mi estupor, que no sorpresa, los juguetes son cada vez más feos. Qué digo feos, espantosos. Y algunos incluso de jactan de ello y aprovechan el tirón para sacar unas muñecas con las patas larguísimas y la cabeza enorme, con unas pintas de adolecestes emo, góticas, o vaya usted a saber el grupo social, que tiran de espaldas.

Pasando páginas me tranquilizo un poco: todavía quedan pinipones y pequeños ponys. Pero al mirar con detenimiento, otra vez el estupor... se los han cargado. Los Pinipón con los que jugaba mi hermana se han modernizado. Ya no son lo muñequitos cabezones, de tres piezas (cuerpo, cabeza y peluca), sino que se han transformado en algo a caballo entre lo que eran antiguamente y dibujos de manga japoneses. Un esperpento, vamos. Algo parecido le ha pasado a los equinos, que ya no son rechonchetes como antes, sino que se han estilizado, haciéndolos irreconocibles al nacido antes de 1999.

Aunque horribles, todavía hay que agradecer que haya juguetes a disposición de las cartas a Sus Majestades. Cada vez priman más los cacharros, que lo dan todo mascadito, que la imaginación. Para los padres es más fácil plantar al chiquillo como un mueble más enfrente de la tele, o enchufarlo a la videoconsola (para las que, por cierto, han sacado otros muñecos feísimos que se enchufan y les sacan toda la pasta a los desgraciados que quieran coleccionarlos todos). Eso de las tardes de parchís, oca u otros juegos, ya ha pasado de moda.

Yo, como buen pureta que estoy hecho, cada vez hecho más de menos aquellos años en los que yo tenía edad de escribir una carta con todo lujo de detalles a los Reyes Magos. Aquello sí que eran buenos años. La última generación que combinó, como Dios manda, jugar en la calle, los juegos tradicionales, y los primeros coletazos de nuevas tecnologías con aquellos ordenadores primigenios y las consolas de 16 bits. En fin, los tiempos cambian. Y, en según qué cosas, no siempre para bien.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Holanda ya se ve

A Su Santidad, don Benedicto XVI, se le está yendo la olla completamente. No cabe otra explicación. Porque ya la semana pasada salió que el Sumo Pontífice había publicado un libro en el que se cargaba de un plumazo a dos de las figuras más carismáticas del Portal de Belén. La mula y el buey nos los podemos ahorrar este año, según Ratzinger.
Bueno, una mera anécdota de un libro que habla sobre la infancia de Jesús. Pero es que ahí no paró la cosa. Ayer me entero de que los Reyes Magos, que de toda la vida de Dios han venido de Oriente, ahora resulta que no, que vienen de Occidente. Del Occidente de Palestina, de Israel y de toda Europa entera. Del reino de Tartessos. Vamos que Sus Majestades eran andaluces, como el gazpacho. Que le dan ganas a uno de escribir a la nueva cuenta del Papa para preguntarle de dónde salen esas revelaciones.
Y es que uno, andaluz de nacimiento, se imagina ya la carta que algún crío escribirá a los Reyes. El encabezado podría ser algo así como "Querido Melchor, ¿qué pasa miarma?" o "Gaspar, pisha, este año he sido la mar de bueno". Y tal como ha estado siempre la cosa por el sur de España, los presentes que le presentaron al Mesías dudo muy mucho que fuesen oro, incienso y mirra. Por respeto a mis paisanos, me guardo para mí mismo qué podrían partir en caso de haber salido de Despeñaperros para abajo.
Quizás el Papa se ha equivocado con tantos acontecimientos que tuvieron lugar en torno al nacimiento del Niño Jesús. Entre que no hubo estrella, sino una supernova y una alineación de planetas (ésta es grande, no hay estrella porque sería raro, pero no toca el dogma de la virginidad de María... Ratzi, aclárate, hombre), que en el portal no había animales, pero sí pesebre con paja fresca, y que los villancicos dicen que los Reyes tiraron por Holanda para ir a Belén, no es de extrañar que Su Santidad de haya hecho un cacao monumental. La conclusión a la que lleva toda esta historia es que los que eran andaluces no eran los Magos de Oriente, sino la mula y el buey. Y por eso no estaban cuando nació el niño. Como buenos andaluces llegaron a deshora.

viernes, 5 de octubre de 2012

¡Qué clásico!

¿Se han enterado algo de un partido de fútbol que hay esta semana? Es que me ha parecido escuchar algo, pero no estoy muy seguro. Los telediarios han mencionado algo de pasada. La prensa le ha dedicado algún que otro breve. Alguna que otra valla publicitaria de una compañía de televisión por cable, que lo usa como reclamo... poca cosa.

Han pillado la ironía del párrafo anterior, supongo. Pero bueno, todo lo anterior lo puedo tolerar. Con no ver el tiempo de deportes de los informativos, con no abrir un puñetero periódico - generalista, por supuesto, los deportivos esta semana me producen el mismo efecto que un libro de Punset a Belén Esteban -. En definitiva, con aislarme es suficiente. Pero la gota que ha colmado el vaso es que en la que se autoproclama televisión del deporte me vendan que van a dar la "mejor previa" Celta - Sevilla y cuando enciendo el televisor me veo a un morenito que jugó en uno de los implicados en el gran partido de este fin de semana, pegarle una patada a uno del otro equipo... y Andújar Oliver comentando por qué no se pitó falta.

Que sí, que me parece perfecto que esos dos equipos sean los que más atención de los focos mediáticos atraen. Puedo llegar a entender que sean los que más cobren de las televisiones (no las desproporcionadas burradas que cobran respecto a otros equipos, por supuesto). A lo que no le veo lógica es a que se margine tan descaradamente al resto de equipos de primera división. De los de segunda ya ni hablo, porque se le caen a uno los palos del sombrajo. Lo que me parece absurdo es que le dediquen media hora de informativo a una rueda de prensa de un entrenador, que más que entrenador es provocador, mientras que a una polémica arbitral que pudo acabar en escándalo, se le dedican escasos segundos en una crónica de medio minuto.

Pero yo no sé de qué me extraño. España cada día más me parece un país de pandereta, peluca y nariz colorá. Da igual que te vayas a un simple espectáculo, como al fin y al cabo es el fútbol, a política, sindicatos, u otros ámbitos. Hay dos peces grandes que miran con superioridad al resto de peces pequeñitos, esperando que no levanten la voz, porque si no se los comen sin clemencia ninguna. Y lo triste es que los peces pequeños no se dan cuenta que juntos son más fuertes. Y no lo harán mientras que tengan pan y circo. Y eso sí que es un clásico.

martes, 2 de octubre de 2012

Dudosa legitimidad

Me gusta ver las noticias cuando hay elecciones, en otros países, de cuestionable legitimidad. Me encanta ver las muestras de fervor de todos los candidatos y sus seguidores asegurándose ganadores por mayoría aplastante. Ahora toca Georgia, uno de tantos países que salieron del bloque soviético, en el que todos los apellidos son impronunciables y acaban en -ili. Un millonario con uno de esos apellidos de trabalenguas, pro ruso, no se pone de acuerdo con su rival, pro europeo, en quién ha ganado. Lo lógico cuando se trata de comicios, ya verán cuando Obama haga frente a Romney en un par de meses.

Como decía, me gustan los informativos cuando hay elecciones fuera de nuestras fronteras. Se vaticinan curvas y situaciones de lo más dantesco. Lo triste es que aquí, donde la legalidad no es tan cuestionable, también se dan situaciones de lo más esperpéntico. Ayer les tocó el turno a los funcionarios de prisiones. Como no llevan pasado nada las criaturas entre congelaciones, bajadas, vacaciones que se esfuman, ahora cogen y meten la pata hasta el fondo con el concurso de traslados.

Les pongo en situación. Cada cierto tiempo se ofrece la posibilidad de cambiar de destino. Cosa lógica que un chaval de Málaga quiera alejarse de la fría Soria y volver a su hábitat natural. La verdad es que no tengo ni idea de cómo funciona, qué méritos hay que tener y todos esos berenjenales. Lo que sí sé es que cuanto más tiempo lleves en un sitio, más posibilidades tienes de que te den el destino que quieres. Pues resulta que a primeros de este año se ofreció concurso de traslado; concurso que quedó resuelto hace escasas dos semanas, y que ha sido una chapuza digna de países de dudosa legitimidad.

Después de más de seis meses esperando para saber si van a poder volver a casa como el turrón lo hace por navidades, a los señoritos del ministerio comandado por el señor Fernández Díaz no se les ocurre otra cosa que ofrecer a la gente de prácticas, que son los que menos llevan, más plazas que al resto de funcionarios, que llevan aguantando en el quinto pino Dios sabe cuánto. ¿Qué pasa con ésto? Evidentemente, lo que  tenía que pasar. Los veteranos se han coscado de que han intentado metérsela con lomo, y se han mosqueado. Consecuencia, la lógica también: el concurso se anula y se tienen que volver a asignar las plazas.

Así que después de esperar el tiempo que hayan tenido que esperar lejos de sus casas, después de tratar de descifrar los documentos para solicitar el traslado, después de seis meses de espera, después de que el destino puede que no fuese el que tenían en mente, después del tiempo que tienen que esperar a que se haga efectivo el traslado, después de todo, tienen que seguir esperando, Dios sabe el tiempo. Porque si para el concurso irregular han tardado medio año no quiero pensar lo que van a tardar en hacer bien las cosas.

Y mientras las criaturas, a las que ya les has recortado todo lo recortable, esperando para saber qué va a ser de ellos. Con lo práctico que es hacer las cosas bien desde el principio. No hace falta irse a repúblicas de la antigua Unión Soviética para ver como el caos se apodera de algo tan simple como un recuento de votos, por muy complicados que sean los apellidos de los candidatos. Aquí mismo, a la vuelta de la esquina, se viven situaciones casi tan patéticas y con el mismo grado de dudosa legitimidad.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Pelotas

Me he pasado gran parte de la tarde buscando un título para la entrada de hoy. Incluso lo he hecho mucho antes de saber qué puñetas quiero expresar con exactitud. Y creo que he acertado con el que le he puesto. No sé, juzguen ustedes mismos.

Pelotas de goma que ha lanzado la policía a los manifestantes que se apelotonaron en las puertas del Congreso, todavía no me acaba de quedar claro para qué. Porque escuché a un tonto de las pelotas decir en un telediario que su objetivo era "que los políticos escuchen al pueblo, que dimitan y dejen el poder a las personas". Todo un intelectual oiga. Por lo menos los indignados cumplieron su promesa y no entraron por pelotas en el Congreso. Ni entraron, ni dejaron entrar, que Gallardón se tuvo que dar media vuelta y volverse con el rabo entre las piernas; y Soraya Sáez de Santamaría creo que todavía anda dando vueltas a ver por dónde puede colarse.

Si respetaron su palabra a la hora de no liarla parda en la Cámara Baja, no hicieron lo mismo con las leyes. Porque de respetar la hora que puso la delegada del Gobierno, naranjitas de la China. Y de nuevo tuvieron que salir a pasear las pelotas. Esta vez las de goma de los antidisturbios. Madre mía la que se lió por allí. Parecía Sarajevo en los años noventa más que Madrid. Y claro, tú no respetas, yo cargo, y al final se lia un follón de pelotas... con un puñado de heridos, periodistas lisiados, manifestantes detenidos, policías contusionados y cualquiera de ellos medio atropellado por una ambulancia. Ahí, dando buena imagen. Como estamos tan bien.

Y a todo esto, la jornada de palos, sentadas, carreras, insultos y peticiones más o menos descabelladas, no había acabado, cuando volvieron a salir de paseo las pelotas. Concretamente las de fútbol. En el Ramón Sánchez Pizjuán. Una pachanga organizada para homenajear al que ha sido leyenda del sevillismo, Freddy Kanouté, entre sus colegas y los que fueron sus compañeros en las grandes gestas sevillistas, y de paso recoger fondos para una buena causa. Como que sacó más de medio millón de euros para su ciudad de los niños en Mali. Y lo mejor de todo es que una pachanga, que rozó el nivel de un partido de solteros contra casados, congregó en un recinto a más personas que las que se reunieron en los alrededores del Congreso para protestar contra la clase política. Algunos acudirán al manido "pan y circo". Otros dirán que fue un éxito. Lo que está claro es que la convocatoria del 25-S no fue tan seguida como un partido de interés futbolístico cuestionable. Y es que al final, todo es cuestión de lo mismo: de pelotas.

martes, 25 de septiembre de 2012

No a cualquier precio

De lo que se entera uno escuchando la radio. Durante la retransmisión del partido que cerraba la quinta jornada de Liga, el que enfrentaba al Deportivo de la Coruña contra el Sevilla, han comentado una noticia de esas que hacen que a uno se le hinche la vena del cuello y le salga la fierecilla que lleva dentro. Porque si es cierto lo que han comentado, es bastante fuerte. Pero fuerte, fuerte, fuerte...

Pero vamos a remontarnos un poco en el tiempo. Este verano han sido los Juegos Olímpicos en Londres. Una cita en la que se ha reunido lo más granado del deporte mundial, y en la que, aunque no tantos como nos hubiese gustado, los deportistas españoles nos han regalado alguna que otra alegría. Una de ellas nos la dieron las niñas de la natación sincronizada. Las sirenas rozaron la perfección, y solo la aplastante superioridad de las rusas evitó que la presea fuese dorada. Aún así, la alegría fue tremenda para todas ellas. Pero, ¿qué precio tuvieron que pagar las componentes de este grupo de extraordinarias deportistas?

Según un comunicado que han firmado varias de las componentes de la selección, uno demasiado elevado. Concretamente quince nadadoras - dos de ellas manteniendo su anonimato - han denunciado un trato, cuanto menos, cuestionable de la, hasta hace pocas fechas, seleccionadora nacional. Porque, yo no sé a cualquiera de ustedes, pero que a una chavala de 1,75 de altura y a penas 60 kilos de peso se le diga que está gorda, no es demasiado agradable. Y mucho menos cuando a la chavala en cuestión la tuvieron que tratar a causa de una bulimia un tiempo después.

Este trato tan exquisito, siempre según las firmantes del manifiesto, es el que recibían por parte de Anna Tarrés, que llevaba la manija de la sincro española hasta hace poco. A esta señora se le acusa en el documento de arrebatar una medalla a una componente del equipo porque su hija "se lo merece más que tú", o no permitir a una componente del equipo recoger la medalla de bronce de la Real Orden del Mérito Deportivo por ser "inferior al resto del equipo". La guinda del pastel que presentan las nadadoras consiste en decirle a una niña de catorce años que "no te hagas la estrecha, que te has follado a todo lo que se mueve".

Los méritos de la natación sincronizada están ahí, de eso no cabe duda. Pero quizás haya habido que pagar una cuota demasiado alta por conseguirlos. Y como español y amante del deporte no me siento orgulloso de los métodos empleados para ganarlos. Contaban en la radio que algunas federaciones nacionales de natación se estaban rifando los servicios de Anna Tarrés. Con su pan se lo coman, que en el deporte lo que queda al final son los resultados. Pero no los que se obtienen a cualquier precio.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Por favor, vayamos acabando

¿Nunca han pensado eso de "podría escuchar esta canción mil veces seguidas"? ¿O eso de "nunca me cansaré de ver esta película? ¿Nunca les ha pasado que después de varias veces, pierde el encanto, la chispa, y no es tan especial como era al principio? Esa misma sensación llevo experimentando dos años. Los mismos que llevan alargando el chicle para desvelar como Ted Mosby conoció a su señora esposa. Los mismos que llevan para concretar un final para la serie Cómo conocí a vuestra madre.

Mira que me gustaba esta serie al principio. Era fresca, diferente, divertida, novedosa... Pero ha sido, como tantas otras, víctima de su propio éxito. No sé si será culpa de los productores, los guionistas, la cadena que tiene los derechos o un contubernio judeomasónico, pero a fuerza de querer aplazar lo inaplazable se han cargado esa esencia que la hacía tan especial. Como han hecho tantas veces, tantas buenas series, queriendo se la sucesora de Friends. Y ahí es donde se equivocan, en intentar hacer una gran serie mirándose en el espejo de otro, y no sabiendo pulir las virtudes propias.

Y digo bien, es inaplazable. Tenía fecha de caducidad desde el mismo momento en que salió la idea. Y no ya porque para que la hija tenga unos 17 años en 2030 - año en que se narra - deba nacer en 2013. Sino porque estas series de éxito son verdaderos creadores de mitos. Ya pasó con Friends, con la que el que más (Jennifer Aniston) y el que menos (Matt LeBlanc) no ha tenido problemas para seguir trabajando de la interpretación. Y es normal que ya esté pasando con Cómo conocí a vuestra madre. Desde el "veterano" Neil Patrick Harris (que protagonizara una serie allá en los ochenta antes de encarnar al mujeriego Barney Stinson), pasando por las actuaciones de Alyson Hannigan en la saga de American Pie, o los más recientes Cobie Smulders o Jason Segel (Los Vengadores o Bad Teacher, respectivamente). Y es lo más normal del mundo, a nadie le gusta encasillarse en un papel y que luego no te saquen de ahí.

Curiosamente, el que menos peso ha tenido a posteriori de la serie es el teórico protagonista principal. Josh Randor, o Ted Mosby, como gusten. Ese mismo que lleva siete años (ocho con el que arranca hoy) contando la historia de cómo conoció a su santa esposa. Y esos hijos que tienen una paciencia infinita no pegan un puñetazo en la mesa y se van a dar una vuelta con sus amigos. Y es que una historia que tiene fecha de caducidad es absurdo prolongarla más de lo estrictamente necesario, y no iniciar conversaciones para una nueva temporada, como se rumorea. Así que, señor Mosby se lo pido por favor, vamos acabando la historia de cómo conoció a la madre de sus hijos.

lunes, 17 de septiembre de 2012

La paja en el ojo ajeno

Me levanto esta mañana, pongo el desayuno, friego los platos y mientras paso por el salón miro el televisor ¿y qué veo? Esperanza Aguirre en rueda de prensa, con un nudo en la garganta, anunciando que dimite de sus funciones políticas. Inmediatamente me meto en Internet para ver qué puñetas ha pasado, y ¿qué veo? Twitter hirviendo. La ya expresidenta de la Comunidad de Madrid es trending topic, y no siempre con comentarios de muy buen gusto.

Para no entrar en valoraciones de lo que me parecen ciertas bromas (espero que se trate de bromas), me quedaré con los que tantísimo se alegran porque Esperanza Aguirre haya dimitido. No ya los que la criticaban cuando estaba en activo, porque Aguirre ha sido siempre una política que ha dado que hablar. No a todos les cae bien su forma agresiva y sus dos pelotas. Ya de ideologías ni hablo. Estar en la palestra tiene que estás en el ojo del huracán, y es lo que hay. Y siempre ha sabido capear con los temporales. Lo habrá hecho mejor o peor, con más o menos acierto. No lo sé, no soy madrileño, y lo más que he estado por allí ha sido de paso. Pero sorprende que alguien que es tan horriblemente malo arrase una y otra vez en unas elecciones.

A los que me refiero es a los cínicos que dicen "ya era hora", "a Madrid le irá mejor sin ella", y sin embargo defienden las políticas autonómicas, por poner un ejemplo, en Andalucía. Esos que no dicen nada de los ERE, de las mariscadas a costa de Mercasevilla, de que ni Griñán ni Chaves se hayan presentado en la comisión que investiga todo ésto... Los que aplauden que Sánchez Gordillo entre a punta de bofetada en supermercados para llevarse lo que le plazca, o que con sus jornaleros justicieros okupe un hotel para pegarse un chapuzón en la piscina. Los que se echan las manos a la cabeza porque en Madrid vaya a haber un cambio sin gobierno sin comicios y no se acuerdan de que al sur del sur pasó lo mismo cuando a Chaves lo llamó Zapatero para chupar del bote en Madrid. Esos que miran el color de quién lo hace, pero no mira el qué se hace.

Así que, desde este humilde rinconcito que me ofrece Internet, propongo a aquel que lea ésto haga un ejercicio de reflexión antes de despotricar. Es que en España somos campeones mundiales en ver la paja en el ojo ajeno, pero la viga en el nuestro se nos resiste.

domingo, 16 de septiembre de 2012

La princesa está triste...

No sé si se han enterado de una noticia que me tiene completamente conmocionado. Cristiano Ronaldo está triste. Uno, al enterarse de tal desgracia, no puede evitar que le vengan a la mente aquellos versos que rezan "la princesa está triste, qué tendrá la princesa". Aunque desde luego, si la princesa tiene un poco de idea de fútbol español, no es difícil imaginarse por qué los suspiros se escapan de su boca de fresa.

La princesa CR7, de la corte Real de Madrid, vestía ayer un vestido de gala verde. Habrase visto. Lo de los diseñadores es cada año más sangrante. Ya no saben qué hacer para llamar la atención. Se ven cosas esperpénticas, como ver a la princesa vestida de verde y plata. Para el recuerdo quedarán verdaderas joyas del diseño, como ver al Sevilla de rosa, al Betis de naranja, al Barcelona de degradado de Photoshop, o al Recreativo perfectamente ataviado para ir de romería.

Así no podemos pretender que la liga española sea seria. Si ni los propios equipos se lo toman en serio. Que los colores de un equipo son su seña de identidad. Se empieza por perder eso y se acaba con lo que nos está pasando en la que llaman mejor liga del mundo. Una liga de pandereta, en la que las televisiones hacen y  deshacen a su antojo. En la que la propia federación maltrata a los aficionados haciendo que vayan a un estadio un lunes a las once de la noche. Las televisiones están ganando la partida. Es más cómodo pagar un puñado de euros al mes y ver los partidos plácidamente sentado en el sofá que ir al estadio y respirar la verdadera esencia del fútbol.

Es así de triste. Las plataformas audiovisuales, esas que echaron a las radios de los estadios el año pasado, están acabando con el espectáculo que dan los fieles en las gradas. Y de paso se están encargando de adulterar cada día más la competición. Con el amparo de los clubes, por supuesto. Unos clubes que a todo dicen "sí, bwana" por ser los que más migajas recogen de las pocas, cada vez menos, que Madrid y Barça dejan. Y ay de ti como te atrevas a levantar la voz. Los grandes por la gracia de Roures van a hacer que te arrepientas a base de influencias federativas. Que para eso son grandes y los demás pequeños. Igual que pasaba en Escocia, pero con menos pelotas para mandar a freír monas al que no paga.

Y los aficionados, que al fin y al cabo somos los que sustentamos este circo, ajo y agua. Hasta el día que todo esto explote. Y entonces a saber qué pasa. Quizás por eso está triste la princesa, porque más allá de un ego de diez millones de euros anuales, también sea aficionado al noble deporte del balompié. O quizás sus penas se acabasen con otro par de milloncejos en su cuenta corriente. Y mientras, el común de los mortales a pagar por verlo pegarse carreritas y arreglarse el pelo por los campos de una liga manipulada. Qué tristeza más grande.

martes, 11 de septiembre de 2012

Qué malita está la cosa

Ojú chiquillo. Qué de tiempo sin entrar por aquí. No sé si me acordaré de cómo funcionaba el tema este de aporrear el teclado a ver qué es lo que sale... pero total, no tengo nada mejor que hacer. Es lo que tiene no tener nada en que ocuparme a lo largo de la jornada, más allá de visitar el chorro de páginas que tengo en favoritos para ver si ha salido alguna oferta de trabajo nueva, ayudar un poco a mi madre en casa, hacer algo de ejercicio y quedarme adormilado viendo como dos mariquitas escoceses redecoran casas en Canadá. Televisión de calidad, sí señor.
No veas. Si es que hace tanto que no entro que hasta han cambiado ésto. La verdad es que es más fácil escribir así. Antes había que liar más follón, el editor de textos era un poco raro. Ahora han dejado un espacio mucho más amplio y despejado. Si es que han pasado ocho meses. Ahí es nada. Ocho meses en los que la prima de riesgo ha subido y luego ha bajado. Ocho meses en los que se ha decidido pedir un rescate, que no es rescate, a menos que a la Merkel se le antoje que lo sea. Ocho meses en que a los funcionarios les han quitado la paga de Navidad y un pellizco gordo del sueldo. Ocho meses en los que el paro crece, y los que buscamos curro no tenemos más que dos alternativas: o seguir una estricta rutina de sofá y tele, o liarnos la manta a la cabeza y coger las de Villadiego rumbo a las islas (las británicas, las de aquí están como para irse).
Parece que algo va saliendo. Mejor o peor, no me hago responsable. Es mucho tiempo y estoy oxidado. Es lo que tiene no tener nada que hacer, que te deprime. Y como te deprime, no quieres hacer nada. La pescadilla que se muerde la cola. Una espiral de autodestrucción. Llámalo equis. Pero es que hay motivos, oiga. Las empresas están tan tiesas que no cogen a gente ni para prácticas. Mojama pura. Que tampoco, que está la cosa como para acompañar la tapita de mojama con una cervecita al fresquito veraniego en una terraza. Ni para eso hay.
La cosa es que hoy me ha dado el avenate y me he decidido a entrar por aquí y retomar viejas costumbres, aunque sea para acabar la rutina media horita después cada día. Que es preferible agudizar el ingenio a ver un programa de esos de cambio de imagen, en el que me gustaría saber de dónde puñetas sacan a los participantes. Televisión de calidad. Canadiense, para más inri. Y es que ya no tienen las cadenas para comprar programas americanos. Ojú chiquillo, qué malita está la cosa.

martes, 28 de febrero de 2012

¡Menos rollos!

Hoy me ha despertado la megafonía de un club social que hay cerca de mi casa, con aquello de "la bandera blanca y verde vuelve tras siglos de guerra..." sonando a todo trapo. Por eso sé que hoy se celebra la efeméride de la patria andaluza. Ofú, anda que no nos gusta nada a los españoles ir disgregando y destripando.
Qué sí, que muy bien, que uno es de donde pace, o de donde nace o de donde quiera el refrán. Pero a mí qué más me da que uno haya nacido (o pacido) en Guadalajara, Pontevedra, Gerona o Las Cabezas de San Juan. Al fin y al cabo, por muchos kilómetros que separen a estos lugares, todos hemos nacido en el mismo sitio.
Ah, es verdad. Que hoy en día si dices que has nacido en España, y que te sientes español, es sinónimo de que eres un puto facha [sic]. El himno de España es de fascistas, igual que la bandera. Pero hoy se ven banderas albiverdes y se escucha el himno de Blas Infante y a todo el mundo le encanta. Se lía una parafernalia brutal, por algo, que al fin y al cabo no es más que una simple división administrativa de algo mucho más amplio. Y pensar más allá no es más que un rollo macabeo, o si no, que le pregunten a un gaditano qué piensa de Sevilla, o a un almeriense qué le une con uno de Punta Umbría.
Luego se ven tonterías como la que vi el otro día en el ambulatorio, y uno se da cuenta del grado de estupidez al que estamos llegando. El tipo del mostrador me preguntó qué tarjeta sanitaria tenía, porque hay una roja que vale en toda España, pero otra verde que sólo vale en Andalucía... me lo expliquen, por favor. Si la tarjeta roja me sirve en toda España, para qué quiero otra que me vale sólo en Andalucía. ¿Acaso Andalucía ha dejado de ser España y yo no me he enterado?
Más allá de para tener un gasto doble (¡con la que está cayendo!), no vale absolutamente para nada. Pero qué bonito queda tener una tarjeta sanitaria verde y decir que las competencias son autonómicas. Y como ésto, todo. En cuestiones de Seguridad Social, empleo, sanidad... así nos va. Pero no nos va eso de dejarnos de rollos. Eso de decir lo andaluz que se es, es lo más en días como hoy, en los que me despierta una megafonía a toda voz para recordarme que soy andaluz, pero que lo único que me evoca es toda la estirpe de a quien se le ocurre despertar, decibelios en mano, a toda la patria andaluza.

domingo, 5 de febrero de 2012

Un futuro muy negro

Hace un par de días tuve una discusión amistosa con un compañero de foro. Tal como está la cosa, hablar de temas serios es sinónimo de caer en depresión. Así que estábamos hablando de fútbol. Salió una noticia acerca del jeque árabe que compró la mayoría del paquete accionarial del Getafe. "Que si el moro va a hacer esto", "que si va a aumentar el nivel de la liga", "que a ver si acaban con el duopolio Madrid-Barça (o Barça-Madrid, lo mismo da, que da lo mismo)"... y tuve que ser yo el que diese la nota discrepante.
Y es que, sinceramente, no acabo de entender que los aficionados pierdan la cabeza con un supuesto Mesías, que viene a hacer grande a su equipo. Que sí, que es cierto que cuando un nota de estos entra en un club, la expectación y el revuelo que se forman son de aúpa. Grandes jugadores vendrán a aumentar el nivel de una liga mediocre (aunque a algunos les siga dando por llamarla "la liga de las estrellas"), en la que, más allá de Barça y Madrid (o Madrid y Barça, lo mismo da, que da lo mismo), el resto de equipos parece que sobran. Pero no se trata más que de una quimera. Eso lo tengo claro.
No me trago que un jeque de la tierra de los petrodólares venga aquí a comprar un equipo par hacerlo grande por amor al arte. Estos vienen por lo que vienen. A sacar tajada. No hay más que ver al príncipe que se hizo cargo del Málaga. "Se ha gastado cincuenta millones de euros en fichajes", me comentó un familiar, aficionado malaguista, el verano pasado. Eso no lo duda nadie... pero también va a ganar cinco veces más construyendo el nuevo puerto deportivo de Marbella. No sabe el gachó.
Cuando acabe la obra, y el moro se canse de su juguetito, a ver qué le espera al Málaga. Igual que al Getafe. O a tantos equipos del montón, de los que se han encaprichado los miembros de la realeza de los países que venden petróleo al resto de la Humanidad. Porque una vez que se aburran, se irán por donde se han venido, dejando a su paso un balance económico inasumible para los desgraciados que vengan detrás.
Que sí, que puede que con su inversión hagan un poco más grandes a los equipos en los que metan dinero. Puede que algunos de ellos lleguen a disputar competición europea (la que sea, eso es lo de menos). Pero una vez que huyan hacia su palacio en el desierto, a ver quién es el cristiano que paga los sueldazos que cobran hoy en día las rutilantes estrellas del balompie. "Pues si no pueden mantenerse, se venden", pensará alguno. Pero si es que no hay un duro. Sólo cuatro o cinco equipos a nivel europeo tienen dinero de verdad (o eso quieren hacernos creer, porque a saber las deudas que tienen los grandes del viejo continente). A ver dónde puñetas se coloca a los jugadores con sueldazos que han fichados los mecenas del Siglo XXI cuando todo esto haga "crack" y se vaya a tomar por saco.
Dicho lo dicho, sólo quiero aconsejar a aquellos aficionados de los equipos que tienen a un ricachón como dueño de su masa accionarial, que disfruten todo lo que puedan hoy en día, que cuando al que manda le de por cortar el grifo, les espera (como al resto de equipos que no cuentan con la bendición de ser "grandes") un futuro muy negro... que pregunten por Santander.

miércoles, 25 de enero de 2012

Viva el Selu

Me encanta el Carnaval de Cádiz. Pero no el Carnaval en la calle, que se ha convertido en un macrobotellón, una vulgar excusa para emborracharse y hacer el cafre. A mí lo que me gusta de verdad es el concurso de agrupaciones del Gran Teatro Falla, las letras que sacan año tras año, la poesía al servicio de la Tacita de Plata. Y por supuesto, el arte y la ironía que destilan las chirigotas, agrupación por excelencia del Carnaval gaditano.
Una pena la moda que se ha impuesto en los últimos años. Y es que hay mucho derrotista que critica la comparsa de Jesús Bienvenido por su aire canalla, achirigotado, pero sin embargo se quitan el sombrero y aplauden a rabiar los pasodobles que hablan de penas y de lo mal que está todo que sacan las chirigotas. Pues no, mire usted, la chirigota tiene que ser, como el propio Bienvenido cantó el año pasado, la inteligencia, el estilo y la gracia. Una chirigota sin gracia, no es una chirigota. Y a gracia, al Selu no hay quien le gane.
Con mayor o menor atino, todos los años repite una fórmula única. Humor de principio a fin, durante la media hora aproximada que dura su actuación sobre las tablas del Falla. Presentación, pasodobles, cuplés, estribillo y cada cuarteta del popurrí. Lo que no es de recibo es que sea el único que pone en el escenario un repertorio cien por cien divertido. Y es que con el Yuyu fuera de juego (aunque presente con los cuplés de Antonio Martín), y alguna que otra excepción, como hace un par de años el grupo de artistas que fueron a concursar desde Sevilla, ningún autor hace lo que el Selu.
Kike Remolino, el Canijo, el Vera, el Sheriff... todos cantan pasodobles que, sí, son muy bonitos y tienen una musicalidad tremenda, pero no hacen gracia. Señores, que para eso ya están las comparsas, que una chirigota está para hacer reir. Que si difícil es emocionar con una letra de un par de minutos, igual o más complicado es hacer llorar de la risa. Y en eso nadie supera al Selu. Por eso, y tomando prestado el título de un artículo de un querido amigo, no me queda más remedio que clamar: viva la chirigota. ¡Viva el Selu!

sábado, 21 de enero de 2012

Día grande

Qué nos gusta un día grande a los sevillanos. Domingo de Ramos, Jueves Santo, Lunes de pescaíto, Corpus, Virgen de los Reyes... pero pocos días hay en la ciudad como el de hoy. Hoy la ciudad se divide en dos colores: el verde y el rojo. El rojo y el verde. El Betis y el Sevilla. El Sevilla y el Betis. No hay en todo el calendario un día más particular.

Los nervios a flor de piel. En las calles, en los bares, no se habla de otra cosa. El pique es constante. Los sevillistas les recuerdan a sus eternos rivales el gol de Olivera con regalito de Valerio. Los béticos por su parte, aquel gol de Oliveira, que a la postre supondría la primera participación de un equipo andaluz en la Liga de Campeones, con su actual formato. Es un día único, todo vale para picar al contrario, que no enemigo.

Y es que no hay casa de Sevilla en la que no haya de todo, como en botica. Padres e hijos, maridos y esposas, novios, primos o algún vecino, siempre son de la acera de enfrente. Por eso no alcanzo a concebir las imágenes que siempre salen en los informativos en las previas, de violencia de unos contra otros. Es completamente absurdo que se quemen contenedores, se destrocen coches o se llegue a poner en peligro la vida de alguien, por un espectáculo tan emocionante como es un partido de este nivel.

Un nivel que este año está más parejo que nunca, aunque a priori el equipo del barrio de Nervión parta como favorito, por presupuesto y plantilla. Sin embargo, y aunque tan sólo tres puntos separan a los dos equipos en la clasificación, un derby es un partido impredecible. No sería la primera vez que se da una sorpresa. Y es que cualquier resultado va a ser sorprendente. Si gana el Betis, porque la situación económica e institucional que vive no hace augurar que vaya a rascar algo positivo. Si gana el Sevilla, porque juegan de visitante y Marcelino no acaba de dar con la tecla. Si empatan, porque es un derby, y ese marcador no dejaría satisfecho a nadie.

Sea como sea, gane quien gane, lo que es seguro es que esta noche hay espectáculo garantizado a partir de que el balón eche a rodar a partir de las diez de la noche en el Benito Villmarín. Sevilla entera lo lleva esperando desde hace más de mil días. Y tan sólo por eso, es fácil deducir, que hoy en la capital hispalense se va a vivir un día grande, de esos que tanto gustan a los sevillanos.

martes, 17 de enero de 2012

Volver a empezar

¡Qué ganas tenía de hacer lo que estoy haciendo! Sentarme frente a la pantalla en blanco del ordenador, y ponerme a escribir. Esta mañana, bien temprano, he vuelto a pisar el que fue el escenario principal de mi vida durante los últimos años. Y esta visita a la Facultad, ha sido el empujocito que justo me hacía falta para salir de este ostracismo que, sin saber muy bien por qué me había autoimpuesto.
¡Cuántos recuerdos han venido a mi cabeza! Momentos buenos y malos han pasado por delante de mis ojos, mientras esperaba mi turno en la cola de secretaría. Esa primera tarde en el parque, cuando no conocía a nadie. Ese escándalo que formaban por los pasillos aquellos que a la postre serían mi pequeña gran familia. Las dudas ante las primeras dificultades en forma de montaña de apuntes inentendibles. Los partidos de fútbol del peor equipo de la historia de Sadus; los programas de radio, que se convertían más en payasadas que en prácticas; los mosqueos de Juan Antonio; los profesores; el kiosko para ese viaje de fin de carrera; la fiesta de graduación...
Cuando por fin me tocó, salí de ese mundo de recuerdos, para dar de bruces con la realidad. Todos aquellos recuerdos no son más que fantasmas del pasado. En los pasillos ya no se ven a penas caras conocidas. Al salir de allí me he dado cuenta que, como han hecho todos, es momento de seguir para adelante y no mirar atrás, salvo para sonreír, agradecido por todo aquello. Hoy, definitivamente, he cerrado un capítulo de mi vida. Y, aunque con cierta incertidumbre, es el momento de volver a empezar uno nuevo.