Cita célebre

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.

Eugenio Trías



domingo, 5 de febrero de 2012

Un futuro muy negro

Hace un par de días tuve una discusión amistosa con un compañero de foro. Tal como está la cosa, hablar de temas serios es sinónimo de caer en depresión. Así que estábamos hablando de fútbol. Salió una noticia acerca del jeque árabe que compró la mayoría del paquete accionarial del Getafe. "Que si el moro va a hacer esto", "que si va a aumentar el nivel de la liga", "que a ver si acaban con el duopolio Madrid-Barça (o Barça-Madrid, lo mismo da, que da lo mismo)"... y tuve que ser yo el que diese la nota discrepante.
Y es que, sinceramente, no acabo de entender que los aficionados pierdan la cabeza con un supuesto Mesías, que viene a hacer grande a su equipo. Que sí, que es cierto que cuando un nota de estos entra en un club, la expectación y el revuelo que se forman son de aúpa. Grandes jugadores vendrán a aumentar el nivel de una liga mediocre (aunque a algunos les siga dando por llamarla "la liga de las estrellas"), en la que, más allá de Barça y Madrid (o Madrid y Barça, lo mismo da, que da lo mismo), el resto de equipos parece que sobran. Pero no se trata más que de una quimera. Eso lo tengo claro.
No me trago que un jeque de la tierra de los petrodólares venga aquí a comprar un equipo par hacerlo grande por amor al arte. Estos vienen por lo que vienen. A sacar tajada. No hay más que ver al príncipe que se hizo cargo del Málaga. "Se ha gastado cincuenta millones de euros en fichajes", me comentó un familiar, aficionado malaguista, el verano pasado. Eso no lo duda nadie... pero también va a ganar cinco veces más construyendo el nuevo puerto deportivo de Marbella. No sabe el gachó.
Cuando acabe la obra, y el moro se canse de su juguetito, a ver qué le espera al Málaga. Igual que al Getafe. O a tantos equipos del montón, de los que se han encaprichado los miembros de la realeza de los países que venden petróleo al resto de la Humanidad. Porque una vez que se aburran, se irán por donde se han venido, dejando a su paso un balance económico inasumible para los desgraciados que vengan detrás.
Que sí, que puede que con su inversión hagan un poco más grandes a los equipos en los que metan dinero. Puede que algunos de ellos lleguen a disputar competición europea (la que sea, eso es lo de menos). Pero una vez que huyan hacia su palacio en el desierto, a ver quién es el cristiano que paga los sueldazos que cobran hoy en día las rutilantes estrellas del balompie. "Pues si no pueden mantenerse, se venden", pensará alguno. Pero si es que no hay un duro. Sólo cuatro o cinco equipos a nivel europeo tienen dinero de verdad (o eso quieren hacernos creer, porque a saber las deudas que tienen los grandes del viejo continente). A ver dónde puñetas se coloca a los jugadores con sueldazos que han fichados los mecenas del Siglo XXI cuando todo esto haga "crack" y se vaya a tomar por saco.
Dicho lo dicho, sólo quiero aconsejar a aquellos aficionados de los equipos que tienen a un ricachón como dueño de su masa accionarial, que disfruten todo lo que puedan hoy en día, que cuando al que manda le de por cortar el grifo, les espera (como al resto de equipos que no cuentan con la bendición de ser "grandes") un futuro muy negro... que pregunten por Santander.

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