Cita célebre

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.

Eugenio Trías



martes, 7 de enero de 2025

La noche más triste del año

Qué rápido pasa aquello que esperamos con anhelo. Y cuando pasa, qué vacío más grande deja. Sucede con todo a lo largo de la vida: un viaje, un evento, un espectáculo... En mi caso es un proceso cíclico, que tiene lugar una vez al año, siempre en el mismo momento, una vez que me dispongo a finalizar la jornada del día 6 de enero.

La mayoría de gente no entiende lo que es para mí ese día. En mi casa, la de mi infancia, siempre fue el día más grande del año. Y no sólo por los regalos (que también). Para mí el día de Reyes son recuerdos de una cabalgata lejana en el tiempo, en la que el niño que era se colaba debajo de los coches a recoger caramelos, sin miedo a los tractores que tiran de las carrozas me pasasen por encima, mientras mi madre y mi tía tiraban de mí para que eso no pasase. El día de Reyes es una cama en una habitación compartida con mi hermana, en la que los nervios casi no nos dejaban dormir. Son mis padres, mis hermanas, mis tíos, mis primos y mis abuelos, reunidos en mi casa, entre una marabunta de regalos.

Pero sobre todo, el día 6 de enero es mi padre. Él tenía una adoración que puede resultar incomprensible para aquél que no lo conociera bien. "Mis queridos Reyes Magos", decía, mientras un velo de emoción y nostalgia le turbaba la mirada. No voy a entrar en sus motivos, que los tengo más que interiorizados, para adorar a estos Magos de Oriente. Simplemente creo a pies juntillas todo lo que él nos contaba sobre quiénes fueron y los motivos que los movió para hacer lo que hicieron.

Es por eso que cada año espero este día con la ilusión de aquel niño. Las Navidades son la época más maravillosa del año, porque son preludio de ese día. El día de Reyes sigue siendo para mí el día más grande del año. La noche del 5 de enero, cuando pasa la Cabalgata, disfruto como aquel niño que fui. En casa leemos el pasaje de la Adoración de los Magos, y no puedo evitar derramar una lagrimita. Esperamos que los Reyes nos traigan bendiciones y charlamos, hasta que nos vence el sueño en la que sin duda es la noche más bonita del año.

Por eso, cuando termina la jornada, y las calles ya están en silencio al terminar todo, cuando las pocas luces que quedan en los balcones ya no son más que pequeños destellos de la Navidad que acaba, cuando las barredoras han pasado y no quedan más que algunos caramelos debajo de los coches, cuando los contenedores de basura están a rebosar de cartón de cajas de roscos de Reyes y papel de regalo, la noche del 6 de enero se convierte, para mí, en la noche más triste del año.