Cita célebre

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.

Eugenio Trías



martes, 28 de febrero de 2012

¡Menos rollos!

Hoy me ha despertado la megafonía de un club social que hay cerca de mi casa, con aquello de "la bandera blanca y verde vuelve tras siglos de guerra..." sonando a todo trapo. Por eso sé que hoy se celebra la efeméride de la patria andaluza. Ofú, anda que no nos gusta nada a los españoles ir disgregando y destripando.
Qué sí, que muy bien, que uno es de donde pace, o de donde nace o de donde quiera el refrán. Pero a mí qué más me da que uno haya nacido (o pacido) en Guadalajara, Pontevedra, Gerona o Las Cabezas de San Juan. Al fin y al cabo, por muchos kilómetros que separen a estos lugares, todos hemos nacido en el mismo sitio.
Ah, es verdad. Que hoy en día si dices que has nacido en España, y que te sientes español, es sinónimo de que eres un puto facha [sic]. El himno de España es de fascistas, igual que la bandera. Pero hoy se ven banderas albiverdes y se escucha el himno de Blas Infante y a todo el mundo le encanta. Se lía una parafernalia brutal, por algo, que al fin y al cabo no es más que una simple división administrativa de algo mucho más amplio. Y pensar más allá no es más que un rollo macabeo, o si no, que le pregunten a un gaditano qué piensa de Sevilla, o a un almeriense qué le une con uno de Punta Umbría.
Luego se ven tonterías como la que vi el otro día en el ambulatorio, y uno se da cuenta del grado de estupidez al que estamos llegando. El tipo del mostrador me preguntó qué tarjeta sanitaria tenía, porque hay una roja que vale en toda España, pero otra verde que sólo vale en Andalucía... me lo expliquen, por favor. Si la tarjeta roja me sirve en toda España, para qué quiero otra que me vale sólo en Andalucía. ¿Acaso Andalucía ha dejado de ser España y yo no me he enterado?
Más allá de para tener un gasto doble (¡con la que está cayendo!), no vale absolutamente para nada. Pero qué bonito queda tener una tarjeta sanitaria verde y decir que las competencias son autonómicas. Y como ésto, todo. En cuestiones de Seguridad Social, empleo, sanidad... así nos va. Pero no nos va eso de dejarnos de rollos. Eso de decir lo andaluz que se es, es lo más en días como hoy, en los que me despierta una megafonía a toda voz para recordarme que soy andaluz, pero que lo único que me evoca es toda la estirpe de a quien se le ocurre despertar, decibelios en mano, a toda la patria andaluza.

domingo, 5 de febrero de 2012

Un futuro muy negro

Hace un par de días tuve una discusión amistosa con un compañero de foro. Tal como está la cosa, hablar de temas serios es sinónimo de caer en depresión. Así que estábamos hablando de fútbol. Salió una noticia acerca del jeque árabe que compró la mayoría del paquete accionarial del Getafe. "Que si el moro va a hacer esto", "que si va a aumentar el nivel de la liga", "que a ver si acaban con el duopolio Madrid-Barça (o Barça-Madrid, lo mismo da, que da lo mismo)"... y tuve que ser yo el que diese la nota discrepante.
Y es que, sinceramente, no acabo de entender que los aficionados pierdan la cabeza con un supuesto Mesías, que viene a hacer grande a su equipo. Que sí, que es cierto que cuando un nota de estos entra en un club, la expectación y el revuelo que se forman son de aúpa. Grandes jugadores vendrán a aumentar el nivel de una liga mediocre (aunque a algunos les siga dando por llamarla "la liga de las estrellas"), en la que, más allá de Barça y Madrid (o Madrid y Barça, lo mismo da, que da lo mismo), el resto de equipos parece que sobran. Pero no se trata más que de una quimera. Eso lo tengo claro.
No me trago que un jeque de la tierra de los petrodólares venga aquí a comprar un equipo par hacerlo grande por amor al arte. Estos vienen por lo que vienen. A sacar tajada. No hay más que ver al príncipe que se hizo cargo del Málaga. "Se ha gastado cincuenta millones de euros en fichajes", me comentó un familiar, aficionado malaguista, el verano pasado. Eso no lo duda nadie... pero también va a ganar cinco veces más construyendo el nuevo puerto deportivo de Marbella. No sabe el gachó.
Cuando acabe la obra, y el moro se canse de su juguetito, a ver qué le espera al Málaga. Igual que al Getafe. O a tantos equipos del montón, de los que se han encaprichado los miembros de la realeza de los países que venden petróleo al resto de la Humanidad. Porque una vez que se aburran, se irán por donde se han venido, dejando a su paso un balance económico inasumible para los desgraciados que vengan detrás.
Que sí, que puede que con su inversión hagan un poco más grandes a los equipos en los que metan dinero. Puede que algunos de ellos lleguen a disputar competición europea (la que sea, eso es lo de menos). Pero una vez que huyan hacia su palacio en el desierto, a ver quién es el cristiano que paga los sueldazos que cobran hoy en día las rutilantes estrellas del balompie. "Pues si no pueden mantenerse, se venden", pensará alguno. Pero si es que no hay un duro. Sólo cuatro o cinco equipos a nivel europeo tienen dinero de verdad (o eso quieren hacernos creer, porque a saber las deudas que tienen los grandes del viejo continente). A ver dónde puñetas se coloca a los jugadores con sueldazos que han fichados los mecenas del Siglo XXI cuando todo esto haga "crack" y se vaya a tomar por saco.
Dicho lo dicho, sólo quiero aconsejar a aquellos aficionados de los equipos que tienen a un ricachón como dueño de su masa accionarial, que disfruten todo lo que puedan hoy en día, que cuando al que manda le de por cortar el grifo, les espera (como al resto de equipos que no cuentan con la bendición de ser "grandes") un futuro muy negro... que pregunten por Santander.