Cita célebre

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer.

Eugenio Trías



miércoles, 25 de enero de 2012

Viva el Selu

Me encanta el Carnaval de Cádiz. Pero no el Carnaval en la calle, que se ha convertido en un macrobotellón, una vulgar excusa para emborracharse y hacer el cafre. A mí lo que me gusta de verdad es el concurso de agrupaciones del Gran Teatro Falla, las letras que sacan año tras año, la poesía al servicio de la Tacita de Plata. Y por supuesto, el arte y la ironía que destilan las chirigotas, agrupación por excelencia del Carnaval gaditano.
Una pena la moda que se ha impuesto en los últimos años. Y es que hay mucho derrotista que critica la comparsa de Jesús Bienvenido por su aire canalla, achirigotado, pero sin embargo se quitan el sombrero y aplauden a rabiar los pasodobles que hablan de penas y de lo mal que está todo que sacan las chirigotas. Pues no, mire usted, la chirigota tiene que ser, como el propio Bienvenido cantó el año pasado, la inteligencia, el estilo y la gracia. Una chirigota sin gracia, no es una chirigota. Y a gracia, al Selu no hay quien le gane.
Con mayor o menor atino, todos los años repite una fórmula única. Humor de principio a fin, durante la media hora aproximada que dura su actuación sobre las tablas del Falla. Presentación, pasodobles, cuplés, estribillo y cada cuarteta del popurrí. Lo que no es de recibo es que sea el único que pone en el escenario un repertorio cien por cien divertido. Y es que con el Yuyu fuera de juego (aunque presente con los cuplés de Antonio Martín), y alguna que otra excepción, como hace un par de años el grupo de artistas que fueron a concursar desde Sevilla, ningún autor hace lo que el Selu.
Kike Remolino, el Canijo, el Vera, el Sheriff... todos cantan pasodobles que, sí, son muy bonitos y tienen una musicalidad tremenda, pero no hacen gracia. Señores, que para eso ya están las comparsas, que una chirigota está para hacer reir. Que si difícil es emocionar con una letra de un par de minutos, igual o más complicado es hacer llorar de la risa. Y en eso nadie supera al Selu. Por eso, y tomando prestado el título de un artículo de un querido amigo, no me queda más remedio que clamar: viva la chirigota. ¡Viva el Selu!

sábado, 21 de enero de 2012

Día grande

Qué nos gusta un día grande a los sevillanos. Domingo de Ramos, Jueves Santo, Lunes de pescaíto, Corpus, Virgen de los Reyes... pero pocos días hay en la ciudad como el de hoy. Hoy la ciudad se divide en dos colores: el verde y el rojo. El rojo y el verde. El Betis y el Sevilla. El Sevilla y el Betis. No hay en todo el calendario un día más particular.

Los nervios a flor de piel. En las calles, en los bares, no se habla de otra cosa. El pique es constante. Los sevillistas les recuerdan a sus eternos rivales el gol de Olivera con regalito de Valerio. Los béticos por su parte, aquel gol de Oliveira, que a la postre supondría la primera participación de un equipo andaluz en la Liga de Campeones, con su actual formato. Es un día único, todo vale para picar al contrario, que no enemigo.

Y es que no hay casa de Sevilla en la que no haya de todo, como en botica. Padres e hijos, maridos y esposas, novios, primos o algún vecino, siempre son de la acera de enfrente. Por eso no alcanzo a concebir las imágenes que siempre salen en los informativos en las previas, de violencia de unos contra otros. Es completamente absurdo que se quemen contenedores, se destrocen coches o se llegue a poner en peligro la vida de alguien, por un espectáculo tan emocionante como es un partido de este nivel.

Un nivel que este año está más parejo que nunca, aunque a priori el equipo del barrio de Nervión parta como favorito, por presupuesto y plantilla. Sin embargo, y aunque tan sólo tres puntos separan a los dos equipos en la clasificación, un derby es un partido impredecible. No sería la primera vez que se da una sorpresa. Y es que cualquier resultado va a ser sorprendente. Si gana el Betis, porque la situación económica e institucional que vive no hace augurar que vaya a rascar algo positivo. Si gana el Sevilla, porque juegan de visitante y Marcelino no acaba de dar con la tecla. Si empatan, porque es un derby, y ese marcador no dejaría satisfecho a nadie.

Sea como sea, gane quien gane, lo que es seguro es que esta noche hay espectáculo garantizado a partir de que el balón eche a rodar a partir de las diez de la noche en el Benito Villmarín. Sevilla entera lo lleva esperando desde hace más de mil días. Y tan sólo por eso, es fácil deducir, que hoy en la capital hispalense se va a vivir un día grande, de esos que tanto gustan a los sevillanos.

martes, 17 de enero de 2012

Volver a empezar

¡Qué ganas tenía de hacer lo que estoy haciendo! Sentarme frente a la pantalla en blanco del ordenador, y ponerme a escribir. Esta mañana, bien temprano, he vuelto a pisar el que fue el escenario principal de mi vida durante los últimos años. Y esta visita a la Facultad, ha sido el empujocito que justo me hacía falta para salir de este ostracismo que, sin saber muy bien por qué me había autoimpuesto.
¡Cuántos recuerdos han venido a mi cabeza! Momentos buenos y malos han pasado por delante de mis ojos, mientras esperaba mi turno en la cola de secretaría. Esa primera tarde en el parque, cuando no conocía a nadie. Ese escándalo que formaban por los pasillos aquellos que a la postre serían mi pequeña gran familia. Las dudas ante las primeras dificultades en forma de montaña de apuntes inentendibles. Los partidos de fútbol del peor equipo de la historia de Sadus; los programas de radio, que se convertían más en payasadas que en prácticas; los mosqueos de Juan Antonio; los profesores; el kiosko para ese viaje de fin de carrera; la fiesta de graduación...
Cuando por fin me tocó, salí de ese mundo de recuerdos, para dar de bruces con la realidad. Todos aquellos recuerdos no son más que fantasmas del pasado. En los pasillos ya no se ven a penas caras conocidas. Al salir de allí me he dado cuenta que, como han hecho todos, es momento de seguir para adelante y no mirar atrás, salvo para sonreír, agradecido por todo aquello. Hoy, definitivamente, he cerrado un capítulo de mi vida. Y, aunque con cierta incertidumbre, es el momento de volver a empezar uno nuevo.